Hoy no tengo palabras.
Floto
En aguas extrañas.
Floto
En agua estancada.
Crecer.
¿Qué es crecer?
¿Tener más recuerdos? ¿Ir perdiéndolos?
¿Esperar menos? ¿Más?
¿Sumar, restar?
Aprender de los golpes... Seguir golpeándote...
Que ya no duela tanto. O duela todo junto.
¿Mutar? ¿Camuflarse? ¿Desnudarse?
¿Caminar?
Estoy inundada.
De las lágrimas que no alcanzo a llorar
y circulan por mi cuerpo, como sangre.
Sangre salada y transparente
que detiene el tiempo en mis venas.
De los recuerdos que se agolpan en mi mente
pasando uno tras otro, sin parar,
como imágenes en una cinta sin fin de celuloide.
De todas las palabras que dijimos
y de las que no pronunciamos.
De las risas que tuvimos
y de las que nos faltaron.
De los abrazos que nos dimos
y de los que no llegaron.
Ana,
espero cruzarte en cada esquina,
encontrarte en otros ojos,
para confirmar que es mentira,
que seguís estando por acá
y todo fue un malentendido, un mal sueño,
un miedo sólo mío.
Sí, eras de otro planeta.
Y, aunque te hayas ido de éste
creyendo que no pudiste salvarlo,
muchos sabemos que lo hiciste
con varios micromundos,
en eternidades fugaces,
sobre barquitos de papel.
Ana,
te quiero con todo el corazón,
inundado por siempre.
Para Anabella
Y, sí, Hernández...
Pero no sólo nos devoran,
así,
simplemente.
Lo hacen
con un placer
y una gula
repugnantes.
"No sabía lo que era una caricia.
Nunca lo habían acariciado antes..."
(Elsa Bornemann - "Cuento con caricia")
Pero, mientras se iba,
fue envuelto por una.
Y sintió la tibieza.
Y dejó de temblar.
Y ya no tuvo miedo
(porque no estaba solo).